Para superar los problemas más difíciles acudimos a quien más nos puede ayudar: Jesús. Él ha superado el problema más difícil: la muerte. Él resucitó y su vida es más fuerte que la muerte y que todos los males que podamos pensar.
Los mismos gestos de amor, de apoyo, de perdón, de cercanía que tuvo Jesús con la gente, continúa teniéndolos de modo más fuerte porque sigue vivo entre nosotros, porque su amor es más fuerte que la muerte.
Porque la resurrección de Jesús es fuerte como la primavera que hace brotar la vida en abundancia, por eso le rezamos confiados:
Tú has querido que con el agua y la luz
despierten los campos y brote la vida.
A las plantas y flores que estaban dormidas,
las llenas de nueva vida que empieza a latir.
A la noche de nubarrones y frío,
la llenas de luceros y de la paz tibia del anochecer.
Señor, Tú has querido también que nuestra vida
esté llena de luz y alegría,
porque nos contagias de tu Resurrección.
Gracias, Jesús, por esa llama de ilusión que mantienes encendida
en cada uno de nuestros corazones, como en los primeros discípulos.
Que nunca olvidemos de llevar a los demás,
la alegría, la solidaridad y la paz,
que son dones de vida nueva que nos entregas en tu resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario