ORACIÓN POR LA PAZ
Vivo la paz, si soy fiel a mi conciencia.
Si vivo en coherencia entre los que siento, pienso, y creo.
Vivo en paz, cuando no desdoblo mi personalidad, cuando no actúo desde la mentira, la hipocresía, la falsedad de mi vida.
Cuando soy transparente y limpio ante mí y ante los demás.
Cuando miro a las personas, a los ojos, y les hablo con sinceridad.
Cuando amo sin poner condiciones.
Cuando perdono y llevo la paz y el amor a la persona que ofende.
Cuando tengo la valentía de pedir perdón con humildad al que he herido.
Cuando sea disculpar y tolerar las deficiencias de los otros.
Cuando no busco “los tres pies al gato” en los comportamientos de los demás.
Cuando no uso la ley del embudo en mis relaciones con los demás, intransigente, y acusador para ellos, y complaciente, y justificador para mí.
Cuando resto importancia a los fallos y defectos de los demás, y pongo de manifiesto sus valores positivos.
Cuando no me callo o me doy media vuelta ante situaciones de tensión que se producen en la comunidad.
Cuando aporto serenidad y calma en momentos de fricciones, entre las personas de los círculos donde me muevo.
Cuando transmito alegría y buen humor.
Cuando ayudo a los demás a ver lo bueno que hay en ellos y a que superen lo negativo de sus vidas.
Cuando lleno de esperanza, ilusión, y ganas de vivir a quienes la han perdido.
Cuando me comprometo por erradicar en mi entorno el odio, el rencor, la violencia, la injusticia.
Cuando soy sembrador de la paz y del amor de Dios Trinidad.
Cuando me convierto en un samaritano de la paz y pongo suavidad, serenidad, y reconciliación en medio del sufrimiento a causa del desamor.
Cuando favorezco con mi vida la corrección fraterna en la comunidad.
Cuando trabajo en todos los ambientes donde llego para que acojan, respeten, perdonen, y trabajen por recuperar a los que han cometido delitos, para llegar a la reconciliación y recuperación de sus vidas, a través de la reinserción.
Cuando vivo así la paz con las personas de mi entorno, seré feliz porque sentiré la paz de Jesús en mí, porque tendré sus mismos sentimientos, porque seré constructor de la paz de Cristo.
Pedro Fernández