Uno de los cantantes de rock más conocidos a nivel mundial es Bono, que no solo se ha sabido destacar por su voz y su talento, sino también por estilo y personalidad. Los coloridos lentes que usa y el altruismo que ha demostrado en diferentes causas, lo han convertido en una de las figuras más influyentes de nuestra sociedad hoy en día.
El líder y vocalista del grupo U2 ha reconocido su fe cristiana en diversas ocasiones, canta a Dios en muchas de sus letras. Su experiencia del Señor nace de la música, que es su vida. Nominado al Premio Nobel de la Paz en tres ocasiones, en una introducción a una edición del libro de los Salmos –cuyo mensaje también ha plasmado en varios discos– el cantante escribía lo que, en buena medida, ha sido su itinerario personal: «Palabras y música me han introducido en un sentido tangible de Dios».
Ayúdanos Señor a iluminar con nuestro testimonio a cuantos nos rodean. Que hoy y todos los días –en el trabajo diario, en el estudio, en nuestras relaciones con la familia y los amigos...– seamos con nuestras acciones cotidianas reflejo de tu infinito amor, manifestado hasta el extremo en Jesús, muerto en la Cruz por nuestra salvación. Amén.
Jesús sufrió libremente la muerte por nosotros, pero al resucitar nos regaló su misma vida.
Creemos que, del mismo modo que Él ha resucitado de entre los muertos y vive para siempre, también dará vida a nuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en nosotros.
La resurrección de la carne significa que no sólo habrá vida del alma inmortal, sino que también nuestros cuerpos mortales volverán a tener vida, igual que el de Jesús.
Francisco de Asís vivió profundamente el sentido de la vida, de la muerte y de la resurrección. Por eso escribió en su Cántico de las Criaturas: «Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar».
REZAMOS
Padre de la vida,
creo en ti y que en ti resucitaremos a una vida nueva.
Creo en la resurrección y en la vida eterna.
Creo que sólo tú eres la fuente de vida verdadera y por ello te doy gracias:
¡Gracias por las noches tranquilas y por las inquietas horas oscuras!
¡Gracias por la salud y la enfermedad, por las penas y las alegrías!
¡Gracias por todo lo que me prestaste y después me pediste!
¡Gracias por la soledad, por el trabajo!
¡Gracias por las dificultades y por las lágrimas!
Te pido fe para verte y reconocerte en todo:
esperanza para no desfallecer.
Caridad perfecta en todo lo que haga.
Dame también buenas dosis de paciencia y de humildad.
Dame desprendimiento y la capacidad de poner a los demás en el centro de mi vida.
¡Que podamos amarte cada vez más y hacerte amar por los que nos rodean!
Amén.
Una catequista preguntó a los niños si sabían quiénes eran los “santos”. Uno de ellos, recordando las vidrieras de su iglesia, levantó la mano y respondió, seguro de su acierto: “¡Son los que dejan pasar la luz!”.
Es posible que el niño se haya ganado un premio, porque expresó una de las mejores definiciones que se han escuchado sobre los santos. Ellos no son la luz, sino que dejan pasar a la luz de Jesús para que ilumine a los demás.
Los santos son personas como nosotros que han cultivado la amistad con Dios y le han permitido que los llene de su gracia; por eso resplandecen. Son “seres transparentes”, porque no tienen barreras de pecado que puedan impedir “el paso de la luz”.
Conscientes de sus debilidades, se han arrodillado con humildad para pedir la bendición de Jesús y han sido colmados de amor. Si te encuentras ante una persona “que deja pasar la luz”, recuerda las palabras del niño. Y, mejor aún, ojalá tú seas para los demás un testimonio luminoso del amor de Jesús, pues todos, como cristianos, somos “hijos de la luz”.
El Amor de Jesús se hizo TERNURA:
“Hijos míos….Amaos como yo os he amado”.
“No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros”.
“Vosotros sois mis amigos”.
“No temáis, no se turbe vuestro corazón”.
El Amor de Jesús se hizo PREOCUPACIÓN Y CUIDADO:
“Venid a mí todos los que estáis agobiados y yo os aliviaré”.
“No andéis preocupados que vuestro Padre sabe lo que necesitáis”. “Cuando yo estaba con ellos cuidaba a los que me habías dado”. “Padre te ruego por estos y por los que creerán en mí”.
El Amor de Jesús se hizo ENTREGA:
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
“Yo entrego mi vida voluntariamente”.
“Este es mi Cuerpo que se entrega por vosotros”.
“Esta es mi Sangre derramada por vosotros”.
El Amor de Jesús se hizo PERMANENCIA:
“Tened confianza, yo estaré con vosotros todos los días”.
“Permaneced unidos a mí como yo a vosotros”.
“No os dejaré solos, os enviaré al Espíritu Santo”.
Aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos trece kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos; mientras ellos hablaban y discutían, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar con ellos. Pero estaban tan ciegos que no lo reconocían. Y les dijo: «¿De qué veníais hablando en el camino?». Se detuvieron entristecidos. Uno de ellos, llamado Cleofás, respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha sucedido en ella estos días?». Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo, cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucifi caron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, pero a todo esto ya es el tercer día desde que sucedieron estas cosas. Por cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dejado asombrados: fueron muy temprano al sepulcro, no encontraron su cuerpo y volvieron hablando de una aparición de ángeles que dicen que vive. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres han dicho, pero a él no lo vieron». Entonces les dijo: «¡Qué torpes sois y qué tardos para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?». Y empezando por Moisés y todos los profetas, les interpretó lo que sobre él hay en todas las Escrituras. Llegaron a la aldea donde iban, y él aparentó ir más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque es tarde y ya ha declinado el día». Y entró para quedarse con ellos. Se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces sus ojos se abrieron y lo reconocieron; pero él desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Se levantaron inmediatamente, volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a sus compañeros, que decían: «Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón». Ellos contaron lo del camino y cómo lo reconocieron al partir el pan. (Lucas 24, 13-35)
PARA MEDITAR
En el Evangelio de hoy podemos ver como Jesús acompaña a dos discípulos en su camino hacia Emaús. Los acompaña de una forma personal y les hace muchas preguntas y les dice cosas que les hace pensar. No les da las respuestas a todas las cosas, sino que permite que ellos vayan haciendo su propio camino. Es un ejemplo de como nosotros podemos a ayudar a otras personas a hacer su propio camino de fe.
PARA HACER VIDA EL EVANGELIO
Escribe el nombre de una persona que te haya ayudado a ser una persona creyente.
¿Qué destacas de lo que Jesús hace con los dos discípulos de Emaús?
Escribe el nombre de una persona a la que puedas ayudar a ser creyente y toma un compromiso..
REZAMOS
Dos de tus amigos van de camino, serios, preocupados,
quizá, dando vueltas, cada uno en su cabeza, a lo suyo.
De vez en cuando comentan sus nostalgias… hablan de Ti,
del hueco que les has dejado, de que te echan en falta.
Tú, de pronto, caminas a su lado, y te metes en la conversación
y les resultas extraño, porque les hablas de los profetas.
¡Cuántas veces andamos así, Señor, por la vida!
Preocupados, incluso buscándote, pero sin encontrarte.
Haz que nuestras conversaciones sean más profundas,
que no gastemos tanta energía en tener razón sino en llegar a acuerdos
y, sobre todo, que sepamos mirar al otro a los ojos y verte,
que Tú estás siempre en el hermano…
en el que camina la vida a nuestro lado.
Un agricultor participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su comarca, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba en primer lugar y se llevaba el trofeo al "Maíz del año".
Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul, recubriendo su pecho, que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no solo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.
Al final de la entrega de premios, los periodistas lo entrevistaron. Uno de ellos, perteneciente a la televisión, le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?
Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido:
- "¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?" Pero el agricultor le confirmó:
- "Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra.
Lo mismo pasa con otras situaciones de nuestra vida. Quienes quieran lograr el éxito deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos.
El papa emérito Benedicto XVI experimentó el dolor de la traición al ver cómo uno de sus hombres de confianza, Paolo Gabriele, filtraba documentos privados a los que había tenido acceso por su cercanía al él. La justicia le juzgó y condenó a prisión por robo pero, cercana la Navidad, el papa le visitó en su celda para anunciarle el perdón de corazón y permitirle reanudar la vida junto a su familia. En otras circunstancias, en 1983 el Papa san Juan Pablo II ofrecía también en la cárcel su perdón a Ali Agca, el hombre que había atentado contra él con tres disparos. Estos gestos de nuestros papas son, sin duda, dos grandes lecciones en el magisterio de la misericordia.
Tú nos enseñas Señor que, en las matemáticas del amor,
la fórmula del perdón siempre tiende al infinito.
Haz que vivamos con ganas de cambiar nuestra vida,
para ser mejores personas y siempre dispuestos al perdón.
Concédenos Padre que entendamos que perdonando se es perdonando
y muriendo a nosotros mismos es como resucitamos. Amen.
Oración por nuestra tierra
Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza.
Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo y no depredadores,
para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.
Al dar el Espíritu Santo a sus Apóstoles, Cristo resucitado les confirió su propio poder divino de perdonar los pecados: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23).
El Sacramento de la Reconciliación es como un camino que Dios hace en nosotros. Dios a través de su Espíritu nos conduce a la reconciliación. Es Él que nos hace regresar a su casa.
La Iglesia nos muestra el rostro misericordioso de Dios y necesitamos de su mediación. El sacerdote es mediador no para saber nuestros pecados, sino sobre todo para ser instrumento visible del Perdón que Dios nos regala.
Confesarse es un encuentro de misericordia y de paz. Un encuentro que produce una alegría interior por sentimos perdonados y animados a superamos en nuestra vida.
REZAMOS
Padre Bueno, que te identificas con los necesitados,
con los que buscan tu rostro con sinceridad,
con los que reconocen la necesidad de convertir su corazón…
perdona mis incoherencias, mis infidelidades, mis faltas y errores.
En este tiempo de Pascua concédeme tu perdón por medio de Jesús,
que vino a llamar a los pecadores, a buscar la oveja perdida,
a defender a los pobres, a perdonar a los arrepentidos…
y nos dio la vida con su Resurrección.
Padre Bueno, que al celebrar esta Pascua,
unidos a todos los que marchan por la senda del evangelio,
volvamos nuestra vida hacia Ti,
Dios Padre, único y verdadero. Amén.
Pascua es fiesta y alegría, todo vuelve a vivir. Jesús se ha quedado entre nosotros para siempre.
Después de morir, se dejó ver por todos aquellos que más le quisieron y le acompañaron hasta la cruz y los animó a continuar hablando de Dios. Todos ellos lo vieron como una gran luz que
iluminaba su camino. Dejaron de estar tristes y siguieron caminando para dar la buena noticia a todos los que querían escucharlos.
El mensaje de Jesús no murió. Después de su muerte y su resurrección, sus amigos continuaron alegres y valientes, con mucha fuerza y aún hoy lo sentimos y lo seguimos.
Jesús quiere que todos lo veamos y vuelve lleno de fuerza. Nosotros lo notamos vivo, como si viéramos una gran luz. Todos nosotros queremos seguir sus huellas.
Padre del cielo, te damos gracias porque nos has enviado tu hijo Jesús y lo has dejado para siempre entre nosotros. Todos queremos gritar: ¡Viva!, Jesús ha resucitado, ¡Aleluya!
A un maestro de oración le preguntaron sobre la necesidad de orar. El maestro respondió: “La oración sirve para poder apreciar las cosas que sólo se ven con los ojos del corazón. Las estrellas no se ven durante el día, pero eso no significa que no existan. A Dios se llega cuando le preparamos el camino para que Él se manifieste. La realidad transparenta al Señor pero hay que estar despiertos y preparados para contemplar su presencia”.
ORAMOS DESDE EL SALMO 136
Dad gracias al Señor, porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterno su amor.
Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterno su amor.
Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterno su amor.
Él sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.
La luna que gobierna la noche:
porque es eterno su amor.
Dios perdonó mi debilidad:
porque es eterna su misericordia.
Y me liberó de la oscuridad:
porque es eterno su amor.
Con mano poderosa, con brazo fuerte:
porque es eterna su misericordia.
Dios creó en mí una nueva esperanza:
porque es eterna su misericordia.
Y me llamó a una nueva vida:
porque es eterno su amor.
Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.
En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros! ». Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros». Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos». Tomás, uno de los doce, a quien llamaban «el Mellizo», no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor». Él les dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creo». Ocho días después, estaban nuevamente allí dentro los discípulos, y Tomás con ellos. Jesús llegó, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo aquí y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás contestó: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús dijo: «Has creído porque has visto. Dichosos los que creen sin haber visto». Otros muchos milagros hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro. Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. (Juan 20, 19-31)
PARA MEDITAR
Después de la muerte y resurrección de Jesús, los discípulos tenían miedo de que ahora les mataran a ellos. Y cuando el miedo se apodera de nosotros, cuando en lugar de hacer las cosas pensando en lo que queremos conseguir y no en el miedo a lo que puede pasar es cuando sale lo peor de nosotros. Jesús, se aparece entre ellos, les desea la paz y les dice que no tengan miedo.
Y es entonces cuando comienza la historia de la Iglesia, cuando los apóstoles comienzan a ser y pensar de otra manera. Y, hoy en día, nosotros podemos ser cristianos porque primero los apóstoles y luego muchos otros fueron valientes para anunciar la palabra de Dios.
PARA HACER VIDA EL EVANGELIO
¿Alguna vez has sentido miedo? Cuéntanos tu experiencia.
¿Quiere Dios que vivamos con miedo, que actuemos con miedo? ¿Cómo superamos los cristianos los miedos que podamos tener?
Escribe un compromiso que te ayude a vencer esos pequeños miedos del día a día que a veces no nos dejan ser del todo nosotros mismos.
PARA REZAR
Y así estamos hoy aquí, como aquellos discípulos tuyos,
con miedos a la vida, a los cambios, a tantas cosas…
pero en cuanto nos ponemos en tu presencia
te oímos decirnos: PAZ CON VOSOTROS.
Te necesitamos, Señor,
porque Tú nos serenas por dentro,
nos llenas de tu Espíritu,
nos envías a liberar a la gente de sus culpas,
a disfrutar de tu perdón misericordioso y a vivir libres.
Gracias, Jesús, una vez más vienes a traernos tu paz,
vienes a traernos tarea y a llenar nuestra vida de sentido.
Quieres que llenemos el mundo de tu PAZ.
Dos semillas están juntas en la tierra sembrada.
La primera semilla dijo: “¡Quiero crecer! Quiero que mis raíces lleguen muy abajo en el suelo y que mis brotes rompan la corteza de la tierra que tengo arriba... Quiero desplegar mis tiernos brotes como banderas para anunciar la llegada de la primavera... Quiero sentir el calor del sol en mi cara y la bendición del rocío matinal en mis pétalos!”. Y entonces creció.
La segunda semilla dijo: “Tengo miedo. Si dejo que mis raíces vayan hacia abajo, no sé qué encontraré en la oscuridad. Si me abro y camino a través del suelo duro por sobre mí puedo dañar mis delicados retoños... ¿y si dejo que mis brotes se abran y una serpiente trata de comerlos? Además, si abriera mis brotes, tal vez un niño pequeño me arranque del suelo. No, me conviene esperar hasta que sea seguro”. Y entonces esperó.
Un ave que andaba dando vueltas por el lugar en busca de comida, encontró a la semilla que esperaba y enseguida se la tragó.
Cada vez que tienes que tomar una decisión importante tienes que arriesgarte. Cuando lo hayas hecho pondrás todos tus esfuerzos a mantener lo que has decidido, Te puede salir bien o salir mal, pero lo más importante es aceptar las consecuencias de tu decisión y pensar que siempre se aprende de lo que nos pasa.
Si hay un sector laboral que está sufriendo más que ningún otro la crisis del coronavirus ese el de los profesionales sanitarios. Médicos, enfermeros, cuidadores, auxiliares, celadores, administrativos y demás miembros del ámbito de la salud trabajan sin descanso desde hace días en hospitales y centros de salud abarrotados y, en muchas ocasiones, en condiciones lamentables. Por eso, mucha gente estamos agradeciendo su importante labor a través de las redes sociales, de nuestros aplausos y de iniciativas solidarias.
Son días complicados en los que todos luchamos por un mismo fin: ayudar a los afectados por el COVID-19 y a los héroes que están en primera línea de batalla. Esta es una canción compuesta por Vanesa Martín junto a David Sanstisteban, un llamamiento a la unión, la empatía y la solidaridad. Todos los beneficios de la canción serán destinados a combatir al COVID-19.
Cuando recibimos el Bautismo entramos en una familia más grande que es la Iglesia, donde todos nos llamamos cristianos y somos amigos y discípulos de Jesús. Los cristianos debemos aprender y practicar las enseñanzas de Jesús.
Al igual que todas las familias celebran los acontecimientos importantes, la iglesia como familia vive también unida y celebra acontecimientos que son importantes para todos sus miembros. La Iglesia es una gran familia muy parecida a nuestra familia. Oramos en y por la Iglesia
Señor Dios, vivo y verdadero:
hoy traigo a mi oración a la Iglesia, a tu Iglesia.
En ella he descubierto a Jesús,
en ella me das la oportunidad de seguirle y de servirte.
Señor Dios, creo en la Iglesia.
Como a una madre,
que a pesar de las arrugas y de los achaques,
cada día uno la quiere más,
así me ocurre con la Iglesia:
cada día me siento más orgulloso de ella.
Señor Dios, creo en la Iglesia.
Te pido por la Iglesia perseguida,
discriminada, silenciada y mártir.
Te pido por la Iglesia que necesita reparar algunas grietas
y volver siempre a Jesús. Señor Dios, creo en la Iglesia.
Gracias, Señor, por tu confianza en nosotros para hacer de tu Iglesia
un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz,
para que todos encuentren en ella
un motivo para seguir esperando. Amén.
Mientras te levantabas esta mañana, yo te observaba. Esperaba que me hablaras, aunque fuesen unas cuantas palabras, preguntando mi opinión acerca de algún tema o agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido el día de ayer. Pero noté que estabas muy ocupado... buscando la ropa adecuada que te ibas a poner para ir al trabajo. Seguía esperando mientras corrías por la casa arreglándote, creí que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme "HOLA"... pero estabas demasiado ocupada...
Para ver si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros... pero ni siquiera te diste cuenta de ello. Te miré mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con tantas actividades supongo que... estabas muy ocupado para decirme algo.
De regreso, ví tu cansancio, quise rociarte para que el agua se llevara tu stress. Pensé que agradándote, te acordarías de mí. Sin embargo, enfurecida, ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras... aún quedaba bastante tiempo.
Después encendiste el televisor. Esperé pacientemente mientras veías tu serie favorita, luego cenaste, revisaste en tu teléfono móvil los whatsapps pendientes, la cuenta de facebook y twitter y nuevamente te olvidaste de hablar conmigo.
Te noté cansado, entendí tu silencio y apagué el resplandor del cielo pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero... Verdaderamente fue hermoso, pero no estuviste interesada en verlo.
A la hora de dormir creo que ya estabas agotado. Dijiste buenas noches a tu familia, caminaste hacia tu cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tus sueños, mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema... porque quizás no te des cuenta que siempre estoy ahí para ti.
Tengo más paciencia de la que te imaginas. Quisiera enseñártela para que puedas tenerla con los demás.
Te amo tanto que espero todos los días una oración y el paisaje que diseño cada amanecer es para ti.
Bueno... te estás levantando de nuevo y no me queda otra cosa que entregarte todo el amor que siento por ti y continuar esperando que, al menos, el día de hoy me dediques sólo... un poco de tiempo.
Que tengas un buen día...
Tu Padre Dios
¡Jesús dejaba a todo el mundo con la boca abierta! Y no porque fuera dentista... sino porque era un Gran Maestro. Nos hablaba de Quién era, de que teníamos que arrepentirnos por no ser buenos, de que teníamos que querer a todo el mundo, y… que venía a traernos un regalazo de Dios carísimo… ¡pero gratis! Un día se juntó tanta gente para escucharle, que subió a un monte para que todos pudiéramos oírle, y nos enseñó como ser felices.
REZAMOS
Felices quienes pueden ver y valorar los pequeños-grandes milagros que se producen cada día en nuestro mundo, desde el amanecer hasta la puesta de sol.
Felices quienes son capaces de prescindir de todo lo que les ata, porque ya son libres.
Felices quienes se bañan cada mañana en las aguas ardientes de la ternura y la alegría.
Felices quienes renacen cuando perciben que aún conservan destellos del niño o la niña que llevan dentro.
Felices quienes se reenamoran cada mañana y reinventan los besos, las flores, las palabras, las miradas.
Felices quienes oran sin prisa, sin método, como si conversaran con su mejor amigo.
Felices quienes sienten la amistad como un perfume siempre fresco, cuya fragancia les embriaga.
Felices quienes descubren al atardecer de cada día qué es lo necesario y qué lo superfluo en su existencia.
Felices quienes se detienen en el sendero de la vida, miran a su alrededor con serenidad y continúan caminando.
Felices quienes se reservan cada día unos momentos de silencio para entrar gozosos en su corazón.
Felices quienes beben en las fuentes de la Palabra y de los acontecimientos cotidianos.
Felices quienes no se dejan abatir por los problemas, ni se complacen excesivamente en sus éxitos.
Felices quienes se conmueven y luchan por eliminar la miseria, el odio y la injusticia.
Felices quienes mantienen la esperanza, a pesar de tanta muerte, hambre y violencia.
Felices quienes celebran con gozo las pequeñas e importantes victorias de los pobres.
Felices quienes intentan descubrir en los demás lo positivo que tienen y disculpan sus errores.
Sabemos que Jesús no se quedó muerto en la cruz. ¿Qué pasó? Resucitó, es decir, que está vivo con nosotros, que la luz de Jesús se volvió a encender para siempre.
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. (Lucas 24, 1-6)
Señor Jesús, hoy estoy muy contento.
Hoy todo el mundo está muy alegre y feliz
porque Tú has vencido a la muerte;
Tú has resucitado y has abierto el camino de la vida.
¡Gracias Padre porque has resucitado a tu Hijo Jesús!
Gracias, Jesús, porque los que creemos en ti,
también un día resucitaremos contigo y viviremos para siempre.
Nos alegramos con María, tu madre y nuestra madre, Madre de toda la Iglesia.
Pincha aquí para escuchar "La luz y las tinieblas"
Este día es el día de silencio y oración. Es desde el silencio desde donde podemos hacer oración para que la luz vuelva a iluminar nuestro corazón y el corazón del mundo.
Jesús muere en la Cruz. Los amigos de Jesús se sentían tristes por haber perdido a un hombre bueno, amable y generoso. Alguien que había curado enfermos, había hecho ver a los ciegos y había hecho revivir a personas de entre los muertos, un verdadero hijo de Dios. ¿Por qué había tenido que morir?
Jesús fue coherente con sus ideas, y se entregó hasta el final... por eso acabó así. Porque su corazón era muy grande.
Jesús sabía que se acercaba su hora y se reunió con sus amigos e hicieron una cena de despedida. Antes que nada, lavó los pies a los discípulos como símbolo de lo que le pasaría: ¡dar la vida por los demás! Jesús nos enseña que siempre hay que demostrar el amor por el prójimo. El amor es una pequeña semillita que va creciendo en nuestro corazón y, cada vez que nosotros hacemos algo por los demás, va dando fruto.
Además, para poder quedarse para siempre con nosotros, tuvo la idea de permanecer en el pan y en el vino que representan su cuerpo y su sangre. Es lo que recordamos y hacemos presente cuando celebramos la Santa Misa.
Pincha aqui para escuchar "Es el Cristo, el Señor"
Cuando pensamos primero en los otros...
Cuando nos preocupamos por los demás...
Cuando acudimos en ayuda del que necesita...
Cuando nos acordamos del que tenemos al lado...
Cuando compartimos los bienes que tenemos...
Cuando acompañamos a los que sufren...
Cuando damos nuestro tiempo para beneficio de otros...
Cuando colaboramos para mejorar la situación de los que menos tienen...
Así es como vivimos... a la manera de Jesús.
Pincha aqui para escuchar el tema "Cristo del Perdón"
Te aclamamos queriendo unirnos a todos los que sufren.
A tantos enfermos que no pueden con el dolor,
a tantas familias deshechas por la droga,
a todas las parejas rotas por el desamor y la soledad,
a tantos niños llenos de cosas y necesitados de amor.
Te aclamamos pidiéndote nos ayudes a acompañar la vida
de tantos inmigrantes llenos de nostalgia e inseguridad,
de todos los deprimidos, desanimados y sin ganas de vivir,
de los que no tienen valores que merezcan la pena,
de los que tienen penas que nadie consuela,
de los que cumplen penas en cárceles deshumanizadas.
Te aclamamos contentos porque nos llenas de esperanza.
Por eso creemos que este mundo tiene remedio,
que se puede dar la vida como Tú, para crear vida,
que juntos contigo y con los otros, somos una familia,
que poco a poco vamos haciendo tu reino
y que nos juntaremos en tu abrazo final de los días.
Te aclamamos, te felicitamos y te admiramos,
por lo bien que nos explicaste la mejor manera de vivir,
por cómo nos contaste quién es nuestro Dios padre y madre,
porque nos abriste caminos nuevos y nos llenaste de ilusión,
porque, aunque las cosas te fueron difíciles, llegaste hasta el fin,
porque nos invitas a vivir a tu manera y a contar con tu presencia.
Y porque sentimos, que caminas a nuestro lado...
GRACIAS, JESÚS... TU PASIÓN MERECIÓ LA PENA
LEEMOS EL EVANGELIO Al acercarse a Jerusalén, llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos; Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente; a la entrada encontraréis una borriquilla atada, y con ella un pollino; desatadlos y traédmelos. Y si alguien os dice algo, decidle: “El Señor los necesita, y en seguida los devolverá”». Esto ocurrió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta: Decid a la hija de Sión: Mira que tu rey viene a ti humilde y montado en un asno, en un pollino, hijo de animal de carga. Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les ordenó, y trajeron la borriquilla y el pollino. Pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraban el camino con sus mantos, y otros con ramas que cortaban de los árboles. Los que iban delante y detrás gritaban: ¡Hosanna al hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Hosanna en el Cielo! Al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió; decían: «¿Quién es éste?». Y la gente respondía: «Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea». Mateo 27, 11-54)
PARA MEDITAR
Hoy vamos a disfrutar de como muchas personas reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios cuando entró en Jerusalén. Es muy emocionante ver como las personas se convierten y descubren en Jesús un camino de felicidad.
Hoy es un día de alegría para todos los cristianos. Celebramos la entrada en Jerusalén. Es un motivo de fi esta. Es verdad que poco tiempo después Jesús fue crucificada y fueron muy pocos los que se mantuvieron cerca de Jesús. Esto también nos debe hacer recordar que la fe debemos cuidarla. Si no la cuidamos, si no la vivimos todos los días, la fe se puede debilitar y a veces puede perderse. Cuidemos la fe en estos tiempos necesitados de esperanza.
PARA HACER VIDA EL EVANGELIO
Recuerda algún momento en el que hayas vivido algún momento muy feliz en la Iglesia.
¿Cuál es la fuente de la alegría de los cristianos? ¿Cómo podemos transmitir alegría a los demás?
Toma un compromiso sencillo para que esta semana hables y escuches un poco mejor a Dios.
La Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe de Murcia, cuya procesión por las calles de ciudad tiene lugar el Sábado de Pasión de la Semana Santa murciana, ha decidido este año, debido al confinamiento producido por el Coronavirus, llevar a cabo varias acciones virtuales en la que los cofrades y no cofrades podrán participar para "sacar" adelante la procesión de este año de una forma diferente y original.
Por un lado, se anima a los cofrades a enviar imágenes en Redes Sociales de la procesión, desde el primer año hasta el último, ya sea vestidos de nazarenos, en cabildos, en triduos, en convivencias... La acción se puede hacer con el hashtag #LaFeDesdeCasa y estará activa en Facebook, Twitter e Instagram.
La segunda acción tendrá lugar el sábado 4 de abril en la web de la Cofradía (www.cofradiafe.es) a las 18:00h (hora habitual de salida de la procesión) en la que se emitirá un vídeo con imágenes de desfiles de otros años para unir virtualmente a los nazarenos de la formación de terciopelo marrón y disfrutar de unos minutos de oración, aunque cada uno lo haga desde su casa.
Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas.
Daba gusto sentarse a la sombra de un árbol en el huerto a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros. Pero un buen día empezaron a crecer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado. Descubrieron que cada cebolla tenía en el mismo corazón (porque también las cebollas tienen su propio corazón), una piedra preciosa. Esta tenía un topacio, la otra un aguamarina, aquella un lapislázuli, la de más allá una esmeralda.
¡Era una verdadera maravilla!
Pero se empezó a decir que aquello era peligroso:
– ¡Las cebollas deben ser blancas como siempre habría sido!
Total, que las cebollas de colores tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa. Se pusieron capas y más capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro. Y así se convirtieron en unas cebollas de lo más vulgar.capas cebolla
Pasó entonces por allí un sabio, que gustaba sentarse a la sombra del huerto y sabía tanto que podía comunicarse con las cebollas. Empezó a preguntarlas una por una:
– ¿Por qué no te muestras como eres por dentro?
Y ellas le iban respondiendo:
- Nos obligaron a ser así.
- Nos fuimos poniendo capas porque los demás nos criticaron mucho por nuestros colores.
Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de porqué se pusieron las primeras.
El sabio se echó a llorar al escuchar las tristes historias de las cebollas. Y desde entonces todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón.
Este cuento nos enseña que cada uno de nosotros somos único y especial. Somos perfectos tal como somos porque somos criaturas de Dios y estamos hechos a su imagen y semejanza.
Este actor, cantante y modelo mejicano se ganó el reconocimiento internacional por su trabajo sobre las pasarelas y por su imagen de seductor en la pequeña y gran pantalla, en series como ‘Alma rebelde’. En el punto más alto de su carrera Eduardo se enfrentó al vacío:
“Tenía todo lo que podía imaginar pero empecé a preguntarme cuál era mi propósito en la vida. Mis razones para ser actor eran superficiales: fama, dinero y mujeres. A raíz de esta ‘crisis’ encontré de verdad al Señor, aprendí a escucharlo y me ayudó a desterrar mi mundo de mentiras”.
Verástegui dio un giro a su realidad desde la firmeza de nuevos valores. Ahora sigue su carrera en el cine, iniciándose en la faceta de productor y realizando películas con valores humanos y cristianos, como "Bella", "Little boy", "Cristiada" o "El circo de la mariposa". Además de su carrera como actor, Verástegui ha impulsado las entidades solidarias Manto de Guadalupe y Seamos Héroes.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo y que posee con ellos una misma naturaleza y esencia divina.
Es un regalo de Dios y su presencia en nuestras vidas nos identifica como miembros de su familia (la Iglesia).
Jesús dice a los discípulos que reciban al Espíritu Santo, después de saludarlos deseándoles la paz. El Espíritu Santo es una nueva presencia de Jesús en medio de su Iglesia, en medio de nosotros. El es quien nos da ánimos y fortaleza ante las dificultades, ante las tentaciones. El nos ayuda a buscar a Dios como lo más importante en nuestras vidas. El nos une en comunidad haciéndonos superar las enemistades, las envidias, las categorías entre unos y otros. El nos ilumina para entender la Palabra de Dios y comprender el por qué de los acontecimientos en nuestra vida y en la de los demás. El nos da sus dones y nos regala sus frutos: paz, alegría, amor, paciencia, bondad, comprensión, castidad, fidelidad, mansedumbre...
REZAMOS:
Espíritu Santo, Espíritu de Dios,
¡Qué sería nuestra fe, y nuestra vida sin ti!
En esta cuaresma te digo desde lo más profundo:
Ven Espíritu Santo, renueva toda mi vida. Creo en ti.
Espíritu Santo, dame la alegría y la fuerza para seguir
en la búsqueda de Jesucristo, el Señor de la Vida.
Ilumina las tinieblas de mi corazón, sé descanso, tregua, brisa y gozo;
riega, sana, lava, calienta, doma, guía y salva mi vida. Creo en ti.
Espíritu Santo, dame sabiduría para vivir según el evangelio,
fortaleza para comprometerme en la defensa de los más pobres,
de los que no tienen trabajo, ni cariño, ni horizonte alguno
y valor para decir la verdad siempre y en todo lugar. Creo en ti.
Espíritu Santo, ayúdame cada día a renacer de nuevo
para servir a Dios y para servir a los demás,
a quien me gustaría reconocer siempre como mis hermanos.
Ven Espíritu Santo, renueva toda mi vida. Creo en ti. Amén.