Lo mismo ocurre con la educación. Los profesores nos enseñan, nos exigen, nos animan a estudiar y nosotros no siempre trabajamos todo lo que podemos. ¿Y mañana? ¿Nos arrepentiremos de no haber trabajado más cuando teníamos a ese profesor a nuestro lado que nos ayudaba y daba su tiempo, su paciencia...por nosotros? ¿Agradecemos todo lo que los profesores hacen por nosotros? ¿Les damos las gracias por su tiempo regalado y su esfuerzo por conseguir que seamos personas bien formadas?
Es el momento de dar gracias a Dios y a nuestra “familia del cole”, la cual formamos cada uno de nosotros. Padre, gracias por los maestros que saben escuchar y liderar con suavidad. Gracias por los docentes que esperan mucho de sus alumnos, y que por amor les exigen más. Gracias también por aquel maestro o maestra que todos recordamos con cariño. Concede fuerzas a los profesores que dan todo lo que tienen. Dios que todo lo puedes, motiva a los profesores a inspirar a sus alumnos a crecer y ser mejores cada día. Motívales a seguir intentando que los jóvenes puedan disfrutar de la oportunidad de aprender. Te lo pedimos en el nombre de nuestro gran maestro, Jesús. Amén.
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