miércoles, 10 de abril de 2024

CINCUENTENA PASCUAL (DEL 31 DE MARZO AL 19 DE MAYO)

 https://drive.google.com/file/d/15ovVcI5R5yiyoyL-cFx-vjmhz1dOM_pm/view?usp=sharing

PRESENTACIÓN DE LA PASCUA 2024

"Todo el tiempo pascual es como un solo gran domingo; 
el domingo que hizo domingos a todos los domingos"

"El domingo de Pentecostés, no es una nueva fiesta, 
sino el día conclusivo de la gran fiesta de la Pascua."

Jesús Resucitado está en lo más profundo de nuestro ser comunicándonos su propia vida y en ella tendremos que hacer la experiencia del encuentro con Él. Si Él vive, su Vida está en nuestras vidas y Su Presencia no puede dejarnos indiferentes ante nuestro mundo. Confesar con la boca que Cristo ha resucitado nos implica en ser instrumentos activos en la construcción de un mundo más justo y fraterno.

Pasada la octava de Pascua continúa el “gran Domingo” de la Cincuentena Pascual, que conviene que se diferencie de todos los otros ciclos por su carácter extraordinario y por el conjunto de sus signos festivos.

Los cincuenta días se celebrarán y se han de vivir (también en cuanto a los signos litúrgicos) como un solo Domingo prolongado.

Este “gran Domingo” constituye como una invitación a intensificar la vivencia del cristianismo como Evangelio o buena noticia festiva de la Resurrección que esperamos y pre-gustamos anticipadamente en estos días.

Para significar la novedad de la vida cristiana, durante estos días, en la Misa, se suprimen las lecturas del Antiguo Testamento, que son sólo figura y profecía de lo que Cristo, con su Resurrección, ya ha realizado.

Los cincuenta días de Pascua constituyen, pues, una única fiesta que celebra la presencia del Espíritu que resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros; la última semana -entre la Ascensión y Pentecostés- se distingue un poco e intensifica las alusiones al Espíritu Santo, pero está muy lejos de constituir un ciclo diverso (un tiempo de la Ascensión como se llamaba antes); la presencia del Espíritu Santo es propia de toda la Cincuentena.

La Cincuentena Pascual, o tiempo de Pascua, abarca cincuenta días exactos, que comienzan con el Domingo de Resurrección (31 de marzo), y terminan con la solemnidad de Pentecostés (19 de mayo).


Está compuesta por ocho domingos, que van marcando el inicio de una nueva semana dentro de la Pascua, seis de ellos llamados DOMINGOS DE PASCUA (I-VI) y los dos últimos dedicados a una celebración en especial: el séptimo domingo, La Ascensión del Señor (12 de mayo), y el octavo, como ya indicamos, Pentecostés (19 de mayo).

La cincuentena pascual está ligada a la antigua fiesta judía de pentecostés (de los cincuenta días), en la que se celebraban y agradecían las primicias de lo sembrado en el campo, particularmente, en el mes mayo (Ex 23,26).

El Deuteronomio precisa la cincuentena pascual (entre Pascua y Pentecostés): «Contarás siete semanas, a partir del día en que metas la hoz en la mies contarás siete semanas, y celebrarás la Fiesta de las Semanas en honor del Señor tu Dios» (Dt 16 9-10). Al contar siete semanas (Lv 23,15-22) a partir del día siguiente al sábado pascual, el Pentecostés judío cae siempre en domingo.
La fiesta de la Pascua cristiana se prolonga, como en el calendario judío, por espacio de cincuenta días. Es, de hecho, una octava de domingos y de semanas. Este período, conmemora a Cristo resucitado, presente en la Iglesia, y al Espíritu Santo, donación de la promesa del Padre. Así como la Cuaresma es tiempo de prueba y tentación, la cincuentena es signo de perfección y de eternidad; de alegría y regocijo.

El tiempo de Pascua, estallido de alegría, se extiende desde la vigilia Pascual hasta el domingo de Pentecostés. En estos cincuenta días la Iglesia nos envuelve en su alegría por la victoria del Señor sobre la muerte. Cristo vive, y viene a nuestro encuentro.

En el conjunto del Año litúrgico, el tiempo pascual es el “tiempo fuerte” por antonomasia, porque el mensaje cristiano es anuncio alegre que surge con fuerza de la salvación obrada por el Señor en su “pascua”, su tránsito de la muerte a la vida nueva. «El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos».

Lo que sólo «unos pocos testigos» pudieron experimentar en las apariciones del Resucitado, ahora se nos da en la liturgia, que nos hace revivir esos misterios. Como predicaba el Papa san León Magno, «todas las cosas relativas a nuestro Redentor que antes eran visibles, ahora han pasado a ser ritos sacramentales». Es expresiva la costumbre de los cristianos de Oriente que, conscientes de esta realidad, desde la mañana del domingo de Resurrección intercambian el beso pascual: «Christos anestē», Cristo ha resucitado; «alethōs anestē», verdaderamente ha resucitado.

Mucho antes de que existiera la Cuaresma y los otros tiempos litúrgicos, la comunidad cristiana celebraba ya esta cincuentena de alegría. Quien durante estos días no expresara su júbilo era considerado como alguien que no había captado el núcleo de la fe, porque «con Jesucristo siempre nace y renace la alegría». Esta fiesta, tan prolongada, nos sugiere hasta qué punto «los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria futura que se va a manifestar en nosotros». En este tiempo, la Iglesia vive ya el gozo que el Señor le depara: algo que «ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por el corazón del hombre».

Los escritores del Oriente y del Occidente cristianos contemplaron el conjunto de la Cincuentena pascual como un único y extenso día de fiesta. Por eso, los domingos de este tiempo no se llaman segundo, tercero, cuarto… después de Pascua, sino, sencillamente, domingos de Pascua. Todo el tiempo pascual es como un solo gran domingo; el domingo que hizo domingos a todos los domingos. Del mismo modo se comprende el domingo de Pentecostés, que no es una nueva fiesta, sino el día conclusivo de la gran fiesta de la Pascua.



No hay comentarios:

Publicar un comentario