Los discípulos discuten. Nosotros discutimos. Los políticos discuten. Y la situación de los pobres es la que es. No digamos ya la de los refugiados que, con buen o mal tiempo, han de salir de su tierra para seguir viviendo.
El Evangelio del próximo domingo, al inicio del curso escolar, nos propone parar las discusiones y fijarnos en lo que dice Jesús: poner a los niños en el centro, a los que no cuentan, a los pobres. ¿Qué es lo que no entendemos? ¿Discutimos de puestos y de maneras de mandar sobre los demás? El que quiera ser primero que sea el servidor de todos. Lo nuestro es servir.
Jesús abraza a un niño. Desarma la discusión.
La imagen de esta semana nos propone que los más pequeños se sienten un ratito en la silla del altar (lugar de la enseñanza o de la predicación) y nos enseñen:
- A llenarlo todo de color y amor.
- A abrazar y querer.
- A sonreír.
- A dejarnos empañar por la gracia.
- A alimentar el Espíritu y dejar que nos mueva su viento.
- A regar toda la tierra de amor, sobre todo, los desiertos más pobres del sur.
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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