martes, 25 de abril de 2023

CUENTO: EL BUEN PASTOR

Al final de una cena en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare.

Luego se ofreció a recitar algún poema que le pidieran. Un sacerdote muy tímido preguntó al actor si conocía el salmo 22. El actor respondió:

- Sí, lo conozco y estoy dispuesto a recitarlo sólo con una condición: que después también lo recite usted.

El sacerdote se sintió un poco incómodo pero accedió a la propuesta. El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta, de “El Señor es mi pastor, nada me falta…" Los huéspedes aplaudieron vivamente.

Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo 22. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y lágrimas en algún rostro.

El actor se mantuvo en silencio unos instantes, luego se levantó y dijo:

- Señoras y Señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha ocurrido aquí esta noche. Yo conozco el Salmo, pero este hombre conoce al Pastor.

SALMO 22

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

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