Érase una persona que siempre tenía triste su corazón, era incapaz de creer en el amor de Dios.
Un día mientras iba por las montañas que rodeaban su pueblo se encontró con un pastor. El pastor era un buen hombre, y se dio cuenta que la persona estaba preocupada y le preguntó:
-¿Qué te pasa?
- Me siento solo, le contestó.
El pastor le dijo:
- Yo también estoy solo, pero no triste. Porque siento que Dios está conmigo y me ayuda.
La persona se puso a pensar y se preguntaba porque Dios no le ayudaba también. El pastor le dijo:
- ¿Ves el pueblo? ¿Ves sus casas? ¿Ves las ventanas de cada casa?
- Sí que las veo.
- Entonces no tienes que desanimarte… como ves, el sol entra en todas las ventanas del pueblo. Quizás tú te desanimas porque tienes la ventana de tu corazón cerrada.
Vamos a pensar qué ocurre cuando Jesús y nuestros amigos quieren entrar a nuestros corazones, ¿Qué ocurre si la puerta está cerrada? Nos llevamos las manos al corazón y con este gesto vamos a representar que queremos tener a Jesús en nuestro corazón. Escuchamos esta preciosa canción.
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