lunes, 19 de junio de 2023

SEMANA DE SAN BUENAVENTURA

Dedicamos esta última semana del curso a san Buenaventura, quien da nombre a nuestro colegio y nos ofrece un gran testimonio de vida cristiana y franciscana.

Buenaventura nació en Bañoreal, Italia, en 1218. Se llamaba Juan, pero cuentan que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a san Francisco, el cual acercó al niño de cuatro meses a su corazón y le dijo: "¡BONA VENTURA!" que significa: "¡BUENA SUERTE, BUEN ÉXITO!" Y el niño quedó curado. Y por eso cambió su nombre de Juan por el de Buenaventura. Y en verdad que tuvo buena suerte y buen éxito en toda su vida.

Unos años más tarde se hizo fraile franciscano. Estudió en la Universidad de París y llegó a ser uno de los más grandes sabios de su tiempo. Los que lo conocieron y trataron dicen que todos sus estudios y trabajos los ofrecía para gloria de Dios y salvación de las almas. A sus clases concurrían mucha gente de todas las clases sociales, y sus oyentes afirmaban que mientras hablaba parecía estar viendo al mismo Dios.

Fue general de la Orden franciscana e intentó que los frailes vivieran como san Francisco les había enseñado, por eso se le llaman el "segundo fundador" de la Orden. Más tarde le nombraron obispo, pero siempre se caracterizó por la sencillez, la humildad y la caridad.

Se le llama "Doctor Seráfico", porque "Serafín" significa "el que arde en amor por Dios" y san Buenaventura en sus sermones, escritos y actitudes demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Jesús, nuestro Señor. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.


Padre celestial, de Luz y Sabiduría,
gracias por darme
una mente que puede aprender
y un corazón que puede amar.

Padre, ayúdame a seguir aprendiendo
todos los días de mi vida,
sin importar cuál sea el tema.

Déjame estar seguro
de que todo el conocimiento me lleva a ti.
Déjame saber cómo encontrarte y amarte
en todas las cosas que has creado.

Señor, anímame cuando los estudios sean difíciles
y cuando tenga la tentación de rendirme.
Guíame cuando mi cerebro esté lento
y ayúdame a comprender la verdad que se me ofrece.

Dame la gracia de hacer un buen uso de mi comprensión
en la construcción del reino de Dios en la tierra
para que pueda entrar en el reino de Dios en el cielo.
Amén.

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