viernes, 3 de febrero de 2023

EVANGELIO DEL DOMINGO: SAL Y LUZ

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelera y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5, 13-16)


El Evangelio de hoy nos dice cosas que parecen muy claras, pero igual no lo son tanto.

Nos dice que no vale de nada tener sal en nuestra casa si no la echamos a la comida, porque entonces la comida estará sosa. Ni tampoco sirve de nada tener en casa luces y tenerlas siempre apagadas porque entonces estaremos a oscuras. El Evangelio nos dice que es importante que usemos la sal y la luz y sobre todo que nosotros, los cristianos, somos la sal y la luz de este mundo. Nosotros podemos dar luz y ser la pizca de sal que hace que las cosas se vean más claras y que nos sepan mucho mejor.

Pero claro, eso depende de nosotros, de cómo hagamos y vivamos las cosas. ¿Somos la sal de nuestro pueblo o barrio? ¿Somos la luz cuando estamos con nuestros amigos o con nuestra familia, o cuando estamos en el cole? Esas son las preguntas que debemos hacernos.

Jesús nos dice que somos la sal y la luz del mundo y que nuestra misión es ofrecer la sal y la luz que Dios nos ha dado a todo el mundo, en todo el mundo, a todas las personas. Esa es nuestra misión.

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