Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cuál más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado. Tenían que comer con palillos, pero no podían porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.
Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía en frente.
Quien no es capaz de mirar más allá de la punta de su nariz no podrá ser capaz de entender lo que ocurre con los demás. Es importante mirar las cosas desde la perspectiva de los demás, además de la nuestra.
- ¿Conoces las dificultades o problemas con los que se enfrentan las personas que están contigo?
A veces nos quejamos de que los demás no se fijan en nosotros y no les importan nuestros problemas pero... ¿qué hacemos nosotros?
- ¿Qué estás dispuesta/o a hacer hoy para demostrar a quienes conviven contigo que "te importan" como personas y que eres capaz de salir de ti misma/o para comprender y ayudar, ser más solidaria/o con quienes te rodean?
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