El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no habéis sido fieles con el dinero injustamente adquirido, ¿quién os confiará los bienes verdaderos? Y si no habéis sido fieles en lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?» «Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero». (Lc 16,10-13)
La parábola del administrador infiel es, desgraciadamente, muy actual. ¡Desfalcos, prevaricación, malversación de fondos, economías ocultas, engaños…! ¿A qué nos suena? A que los hijos de las tinieblas son muy astutos y buscan como sea ser amigos del poderoso caballero Don Dinero.
Y nosotros, ¿los que no estamos perseguidos por jueces o por el amo? ¿Realmente somos tan astutos, listos, apasionados para vivir el Evangelio como el administrador infiel lo es del dinero? Ojalá que seamos más entusiastas de Dios y de su gente, los pobres, que los administradores monetarios.
El dibujo de Patxi de esta semana es muy expresivo e incluso tierno. El dinero “ata” una barbaridad. Y el buen Dios quiere que vivamos liberados, que no nos dejemos atrapar por algo que no da la felicidad cuando se convierte en un absoluto. ¡Cuánta gente ha malogrado su vida por construir castillos de dinero en el aire! La ambición no logra la felicidad. No sirvamos al dinero. Quedémonos con Dios que es nuestro mayor bien, nuestro tesoro. Él nunca nos fallará y es el lugar más seguro para albergar el propio corazón.
Y nosotros, ¿los que no estamos perseguidos por jueces o por el amo? ¿Realmente somos tan astutos, listos, apasionados para vivir el Evangelio como el administrador infiel lo es del dinero? Ojalá que seamos más entusiastas de Dios y de su gente, los pobres, que los administradores monetarios.
El dibujo de Patxi de esta semana es muy expresivo e incluso tierno. El dinero “ata” una barbaridad. Y el buen Dios quiere que vivamos liberados, que no nos dejemos atrapar por algo que no da la felicidad cuando se convierte en un absoluto. ¡Cuánta gente ha malogrado su vida por construir castillos de dinero en el aire! La ambición no logra la felicidad. No sirvamos al dinero. Quedémonos con Dios que es nuestro mayor bien, nuestro tesoro. Él nunca nos fallará y es el lugar más seguro para albergar el propio corazón.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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