Jesús nos desafía con su propuesta de modo de vida. Poniendo el centro no en mí mismo, sino en los demás. Vivir descentrado, buscando el servicio como modo de vida. Su modelo de servicio es silencioso, continuo, humilde, gratuito… Buscando poner mi corazón en el pequeño, en el que no se atreve a pedir ayuda, en el silenciado porque “molesta”, hasta en el que me cae mal.
Y salió el amor, A recorrer nuestros caminos, A visitar ciudades, A mezclarse entre la gente. Un extraño viento lo llevaba y lo traía, Y con él iba a su voz, su alegría y su mensaje: ¡Hagamos del amor nuestra señal!
¡Dichosos aquellos que renuevan el amor gastado!
¡Dichosos aquellos que curan el amor herido!
¡Dichosos aquellos que encienden el amor apagado!
¡Dichosos aquellos que levantan el amor caído!
¡Dichosos aquellos que perdonan el amor equivocado!
¡Dichosos aquellos que enderezan el amor torcido!
¡Dichosos aquellos que liberan el amor atado!
¡Dichosos aquellos que entregan el amor recibido!
¡Dichosos aquellos que resucitan el amor muerto!
Y salió el amor, A recorrer nuestros caminos, A visitar ciudades, A mezclarse entre la gente. Un extraño viento lo llevaba y lo traía, Y con él iba a su voz, su alegría y su mensaje: ¡Hagamos del amor nuestra señal!
¡Dichosos aquellos que renuevan el amor gastado!
¡Dichosos aquellos que curan el amor herido!
¡Dichosos aquellos que encienden el amor apagado!
¡Dichosos aquellos que levantan el amor caído!
¡Dichosos aquellos que perdonan el amor equivocado!
¡Dichosos aquellos que enderezan el amor torcido!
¡Dichosos aquellos que liberan el amor atado!
¡Dichosos aquellos que entregan el amor recibido!
¡Dichosos aquellos que resucitan el amor muerto!
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