Adviento, tiempo de espera y preparación para acoger al Señor que se encarna, en nuestra tierra, en nuestra historia concreta y en el corazón de cada persona, en el misterio de Navidad. Estamos viviendo, a nivel mundial, una situación de pandemia que genera una gran crisis en todos los aspectos. Tenemos experiencia de vulnerabilidad. Se han trastocado nuestros planes. Aprovechemos esta situación para cultivar el silencio y el encuentro profundo con el Señor, puede ser una oportunidad.
He cantado muchas canciones y de mil maneras,
pero siempre decían sus notas: “Él viene, viene, viene siempre.”
En los días fragantes del sol de abril,
por la vereda del bosque, Él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio,
sobre el carro atronador de las nubes, Él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía, son tus pasos los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies es lo que hace brillar mi alegría
porque Él viene, viene, viene siempre. (R. Tagore)
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