viernes, 25 de diciembre de 2020

NAVIDAD 2020

Uno de los momentos más bonitos en la vida es cuando nace un niño. Un hermanito o hermanita, un primo, un sobrino, un hijo… Los niños son la alegría y esperanza del mundo. Alimentan de esperanza con sólo su presencia. Todos se llenan de alegría, se cambias las caras, se escapan sonrisas cuando vas a ver a ese niño recién nacido, metido en un carrito y arrullado entre sabanitas y mantitas. Nos entra ternura. Lo vemos chiquito y desprotegido. Si llora, nos da pena y rápido avisamos a su mamá o a su papá para que le dé mimos.

Así ocurre con las buenas noticias, con las cosas bonitas de la vida. Nos cambian la mirada porque sí. Sin razones.

Así es la esperanza. Y eso es lo que hace realidad un todos-juntos. Ojalá se nos llene la cara de sonrisas cuando pensemos en un mundo de todos y para todos.

Dios viene al mundo a decirnos que todo es de todos, que no hay rivales, sino hermanos. Que no hay límites más allá del amor. Que disfrutar de la vida es un derecho de todos. Y así forja la Iglesia, con la esperanza de que sea casa de todos y para todos, el lugar donde celebrar, donde acoger y donde encontrar una mano amiga.

Jesús nace para decirnos lo importante que es sentirnos hermanos. Viene como un niño, quiere a los niños, su inocencia y su fe. Y viene a decirnos que esta casa que tenemos, este mundo, es de todos y para todos, y que debemos cuidarlo.

DIOS YA ESTÁ EN CASA. ¡FELIZ NAVIDAD!

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