El Adviento es un tiempo para hacernos conscientes de que esperamos algo más, algo diferente que puede transformarnos, alegrarnos, llenarnos el corazón.
Todos buscamos aquello que nos transforma, nos enriquece, saca de nosotros lo mejor, aunque venga acompañado de dudas, desconcierto o pereza. Es como la madre que espera la llegada de su bebé, como una familia que sabe que su vida va a cambiar y ha de transformarse para abrir un hueco a alguien más…
Que este tiempo nos ayude a ser conscientes de lo importante que es saber esperar y saber prepararse para la llegada de alguien importante. La llegada de Jesús.
Hay que vivir despiertos: abrir bien los ojos del corazón; desear ardientemente que el mundo cambie; cambiar de manera de pensar y de actuar; vivir buscando y acogiendo el «Reino de Dios».
«Vivir despiertos» significa no caer en el escepticismo y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro corazón se endurezca. No quedarnos sólo en quejas, críticas y condenas. Despertar activamente la esperanza.
«Vivir despiertos» significa vivir de manera más lúcida. Atrevernos a ser diferentes. No dejar que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.
«Vivir despiertos» significa vivir con pasión la pequeña aventura de cada día. No desentendernos de quien nos necesita. Seguir haciendo esos «pequeños gestos» que, aparentemente, no sirven para nada, pero sostienen la esperanza de las personas y hacen la vida un poco más amable.
«Vivir despiertos» significa despertar nuestra fe. Buscarle a Dios en la vida y desde la vida. Intuirlo muy cerca de cada persona. Descubrirlo atrayéndonos a todos hacia la felicidad. Vivir, atentos al proyecto de Dios.
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