El ermitaño, en oración oyó claramente la voz de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro especial con Él. La cita era para el atardecer del día siguiente, en la cima de una montaña lejana.
Temprano se puso de camino; necesitaba toda la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante todo, quería llegar puntual a la importante entrevista.
Atravesando un valle, se encontró a varios campesinos ocupados en intentar controlar y apagar un incendio declarado en el bosque cercano, que amenazaba las cosechas y hasta las propias casas de los habitantes. Reclamaron su ayuda porque todos los brazos eran pocos. Sintió la angustia de la situación y el no poder detenerse a ayudarles. No debía llegar tarde a la cita y, menos aún, faltar a ella. Así que con una oración que el Señor les socorriera, apresuró el paso, ya que había que dar un rodeo a causa del fuego.
Tras ardua ascensión, llegó a la cima de la montaña, jadeante por la fatiga y la emoción. El sol comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo que dio gracias al cielo en su corazón.
Anhelante esperó, mirando en todas las direcciones. El Señor no aparecía por ninguna parte. Por fin descubrió, visible sobre una roca, algo escrito. Leyó: “Dispénsame, estoy ocupado ayudando a los que sofocan el incendio”.
Entonces comprendió dónde debía encontrarse con Dios.
REZAMOS
Señor, dame un corazón como el Tuyo,
que palpite con las necesidades del prójimo,
que se conmueva con lo que acontece en el mundo,
que sea sensible al dolor de quien está al lado.
Dame un corazón universal,
que me libere de mi egoísmo,
que me saque de mi pequeño círculo,
y me lleve a amar a todos los seres humanos.
No dejes que me centre sólo en mis problemas,
no permitas que dé mil vueltas a mis cosas.
Quiero que me importen los problemas de los demás,
impúlsame a salir de mí y amar cada día más.
Agrándame el corazón, házmelo inmenso,
para que como Tú adivine la necesidad del otro,
sepa liberarle con mis disculpas y amistad
y sanarle de sus preocupaciones y problemas.
Entusiásmame con la vida, para que ilusione.
Levanta mi ánimo para que sepa animar al otro.
Contigo sé que todo lo puedo,
porque Tú eres la fuerza que mueve el mundo. Amén.
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