jueves, 25 de marzo de 2021

RECORDAMOS A SANTA CLARA

Cercanos al Domingo de Ramos, vamos a recordar a santa Clara, la mejor y más grande amiga de Francisco de Asís. Enseguida entenderéis por qué lo hacemos.

Santa Clara de Asís se enamoró tanto de Dios, gracias al testimonio de san Francisco, que lo dejó todo para seguirle. Pero en su opción de vida no se fue por los caminos a predicar el Evangelio, como hacía Francisco y sus compañeros. Ella se sintió llamada a vivir como “esposa de Cristo” en un convento de clausura, dedicándose a Dios y a los demás completamente, pero sin salir del convento. Escuchemos cómo fue el inicio de su vocación religiosa:

Clara de Asís llevaba ya unos meses pensando cómo consagrarse al Señor, pero no sabía qué hacer. Así que fue a ver a Francisco para preguntarle. Él le invitó a que al siguiente Domingo de Ramos se escapase de casa durante la noche, ya que su tío no la dejaría fácilmente ir al convento.

Llegó el Domingo de Ramos. Clara, a sus 19 años, vestida con sus mejores galas, entró en la iglesia con todos. Al acudir los demás a recibir los ramos, se quedó quieta en su puesto. Entonces, el obispo fue donde ella y puso la palma en sus manos. A la noche, disponiéndose a cumplir las instrucciones de Francisco, emprende la ansiada fuga. Y como no le pareció bien salir por la puerta de costumbre, franqueó con sus propias manos, con una fuerza que a ella misma le pareció extraordinaria, otra puerta que estaba obstruida por pesados maderos y piedras.

Y así, abandonados el hogar, la ciudad y los familiares, corrió a Santa María de Porciúncula, donde los frailes, que ante el pequeño altar velaban la sagrada vigilia, recibieron con antorchas a la virgen Clara. De inmediato, dejó que los frailes la cortasen su melena rubia, como signo de consagración, y abandonó sus variadas galas. Así fue como se desposó con Cristo como esposo, e inmediatamente san Francisco la trasladó al convento para que viviera allí.

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