Cuidar. ¡Qué acción tan bonita! Si lo pensamos un poco, cada uno de nosotros es fruto de innumerables cuidados y de incontables servicios. Somos lo que somos gracias a quienes nos custodiaron, protegieron, alimentaron, cobijaron entre sus brazos, acariciaron, mimaron, etc. ¿Hubiéramos podido llegar a ser lo que somos sin esos cuidados, sin esos servicios callados? Se cuida lo que se aprecia, lo que se valora y se ama.
La tierra, que es nuestra madre, nos fue confiada como un don del que somos responsables. Un don lleno de bondad, pues “nos sustenta, gobierna y produce para nosotros diversos frutos con coloridas flores y hierbas”, dirá san Francisco. Hay que tener el corazón muy endurecido para no cuidar de una madre que así nos trata… Y, sin embargo, lo cierto es que no dejamos de interrumpir los delicados ecosistemas del mundo; no frenamos nuestro deseo insaciable de manipular y controlar los recursos limitados del planeta; crece y crece nuestra codicia ilimitada de ganancias a costa de sobreexplotar los océanos, los bosques… No cuidamos de la tierra como lo que es: una “madre”, ¡un regalo de madre!, que nos cuida, pero que también necesita nuestros cuidados. Más bien la consideramos una posesión que dominar y explotar sin medida.
¿Es posible que en nuestra relación con la madre tierra primen otros verbos: el cuidar sobre el usar, el proteger sobre el explotar? ¿Qué relación tengo yo con la tierra? ¿La considero una madre que me cuida y nutre?
REZAMOS: Señor, junto a san Francisco de Asís, hemos aprendido a amar y cuidar la tierra. Él nos ha enseñado que la tierra es nuestra madre. Que si la cuidamos ella nos devolverá, de muchas maneras, el esfuerzo que hayamos hecho.
Jesús, amigo nuestro, enséñanos a no ser dominadores de nada ni de nadie. Enséñanos que servir es el mejor camino que podemos recorrer en la vida para ser verdaderamente felices.
Señor, ayúdanos a tener siempre relaciones nutrientes con la naturaleza y con todos aquellos que comparten, con nosotros, este proyecto precioso de cuidar, proteger, amar y servir. ¡Haznos, Señor, un poquito más franciscanos cada día!
jueves, 11 de marzo de 2021
REFLEXIÓN: CUIDAR
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