«Jesús dijo a sus discípulos. Un día el mundo estará lleno
de tormentas. Gente angustiada, miedo, truenos fuertes, terremotos. Y las
personas estarán agachadas, muertas de miedo. Pero en medio de todo eso yo apareceré en medio de una nube, lleno de poder. Entonces, en ese momento, levantaos y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra
libertad. Estad atentos para verme llegar». (Adaptación de Lucas 21,25-36)
El próximo domingo comienza el Adviento, un hermoso tiempo que nos llevará a la Navidad, a la que san Francisco llamaba “la fiesta de las fiestas”. Unos días tan intensos e importantes como la Navidad, no pueden ser acogidos ni celebrados superficialmente. ¡Viene el Señor! ¿Nos daremos cuenta de ello?
Ocurren tantas cosas a nuestro alrededor que, tal vez, lleguen a ocultar el sentido cristiano de lo que vamos a celebrar: el Nacimiento de Cristo. Que nos mantengamos despiertos. Que, ya desde ahora, miremos a Jesús con esperanza y con la sensación de que, Él, nos trae amor, tranquilidad, optimismo y salvación.
En Navidad el Hijo de Dios se hace de nuevo presente en medio de nuestro mundo, ahora, agobiado por una pandemia que azota a la humanidad, demostrando la vulnerabilidad del ser humano. Celebrar la navidad hoy es una invitación a denunciar todo aquello que mancha y mata la vida de la Casa Común y la vida de nuestros hermanos. No nos quedemos viendo la explotación y agonía de la selva, de nuestros campos, de nuestros ríos y mares como si no nos afectara, como si no fuésemos parte de una misma familia.
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