Ésta es la historia de un niño que, todos los días, se peleaba con su hermano, con sus padres, con sus compañeros del cole…
Una tarde, su padre le entregó un paquete. El niño muy curioso lo desenvolvió rápidamente y se sorprendió muchísimo al ver ese extraño regalo: era una caja de clavos.
El padre lo miró y le dijo: “Hijo, te voy a dar un consejo: cada vez que pierdas el control, cada vez que contestes mal a alguien y discutas, clava un clavo en la puerta de tu habitación”.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la puerta.
Con el paso del tiempo, fue aprendiendo a controlar su rabia y la cantidad de clavos comenzó a disminuir. Descubrió que eras más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la puerta.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos.
Su padre orgulloso, le sugirió que por cada día que se pudiera controlar, sacase un clavo. Los días pasaron y el niño logró quitarlos todos.
Conmovido por ello, el padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta, y le dijo: “Has hecho bien, hijo mío, pero mira los agujeros… la puerta nunca volverá a ser la misma”.
El niño comprendió la enseñanza de su padre y la agradeció profundamente; se dio cuenta de que al enfadarse no sólo causaba daño a los demás, sino también a sí mismo. A partir de ese momento decidió actuar siempre guiado por el amor.
miércoles, 16 de marzo de 2022
CUENTO: LOS CLAVOS EN LA PUERTA
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