Muchas veces creemos saber cómo se comportan o cómo son las personas que pertenecen a determinados grupos. Colocamos etiquetas (prejuicios) a personas o grupos que consideramos diferentes por su cultura, procedencia, religión, sexo, etc. La mayoría de las veces no nos paramos a pensar si son o no ciertas, las creemos y actuamos en base a ello.
Cuando no conocemos a una persona, pero pensamos que tiene algo negativo solemos actuar alejándonos de esa persona, perdiendo la oportunidad de entablar una amistad o conocer otras realidades.
Todos tenemos, más de lo que pensamos, algo en común con el resto del mundo. Todos somos seres humanos, con igualdad de derechos y deberes. No somos superiores o inferiores a nadie; todos merecemos respeto. Nadie vale más que otro ni por su color, condición social, origen, ni títulos, no hay raza superior o inferior.
Abramos nuestra mente al mundo e intentemos no hacer juicios de valor. La diferencia entre nosotros es recíproca: tú eres tan diferente para una persona de otra cultura como esa persona lo es para ti.
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