El tercer Domingo de Adviento es conocido como el "Domingo de la Alegría". Cristo es la causa de esta alegría, sus obras producen mucho gozo. El Evangelio que leímos nos muestra que Él hace mucho bien: "los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados". Todo ello produce mucha alegría. Él está cada vez más cerca y viene para darnos mucha vida. Estamos alegres, hagamos fiesta.
Junto a Jesús, nuestra alegría está por encima de todo temor y preocupación, aun cuando pareciera que las situaciones tristes en el mundo no cambian. Las guerras continúan, muchas familias sufren por la pobreza, seguimos contaminando nuestro planeta, etc... Aun así, nada debe robarnos la alegre esperanza.
En la carta del papa Francisco, Laudato Si', dice que “Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (LS 244).
El Evangelio de Jesús nos invita a vivir alegres, con esperanza, haciendo el bien, como Él siempre lo hizo. Con su ejemplo, los amigos de Jesús, somos felices cuidando la vida.ORAMOS
Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.
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