lunes, 12 de diciembre de 2022

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».



¿QUIÉN ERES TÚ, SEÑOR?
Decimos que eres el esperado pero ¡esperamos otras cosas! Decimos que haces ver a los ciegos, pero nos cuesta mirar por tus ojos. Decimos que haces andar a los paralíticos, pero se nos hace tan difícil caminar por tus senderos. Vienes a limpiar nuestras conciencias, y preferimos caminar en el fango. Sales a nuestro encuentro para darnos vida y abrazamos las cuerdas que nos llevan a la muerte.

¿QUIÉN ERES TÚ, SEÑOR?
Como Juan, queremos saberlo. Como Juan, queremos preparar tu llegada. Como Juan, en la cárcel del mundo, levantamos nuestra cabeza porque queremos que Tú nos liberes.

¿QUIÉN ERES TÚ, SEÑOR?
Si eres la alegría, infunde a nuestros corazones júbilo. Si eres salud, inyéctanos tu fuerza y tu salvación. Si eres fe, aumenta nuestro deseo de seguirte. Si eres amor, derrámalo en nuestras manos para, luego, poder ofrecerlo a nuestros hermanos.

El mundo te necesita para devolverle la alegría, la paz y la esperanza. Por eso, Señor, porque sabemos quién eres Tú… ¡Ven y no tardes en llegar…Señor!


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