En el evangelio de ayer, Juan Bautista nos anima a todos a convertirnos, es decir, a transformar lo malo, a embellecer nuestro corazón. Tal vez nuestra conversión no exija grandes cambios: una sonrisa, una palabra dicha a tiempo o un volver a empezar pueden allanar el camino para celebrar bien tu venida en esta navidad.
Sé, Señor, que para cambiar no me basta mi esfuerzo. A menudo olvido que sólo tú puedes cambiar los corazones y transformar nuestras lágrimas en cantos.
Que mi conversión sea profunda, sincera y se traduzca en actos de amor y de generosidad hacia los que más lo necesitan.
Señor, si miro atrás, no puedo menos que darte gracias por todo los que haces por mi. A veces no puedo comprenderte, pero sé que siempre estás a mi lado.
Señor, quiero cambiar mi vida. Ayúdame a cambiar mi vida, a volver si es preciso al buen camino y a ir hacia nuestro Padre que nos quiere y perdona.
…Porque viene Jesús, el Salvador.
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