Cada mañana ese banco abona en tu cuenta personal 86.400 segundos. Cada noche ese banco borra de tu cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayas invertido en algo provechoso. Ese banco no arrastra saldos de un día para otro. Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día. Si no usas tu saldo durante el día, tú eres el que pierdes. No puedes dar marcha atrás. No existen cargos a cuenta del ingreso de mañana: debes vivir el presente con el saldo de hoy.
Por tanto, un buen consejo es que debes invertir tu tiempo de tal manera, que consigas lo mejor en salud, felicidad y amor. El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo en el día.
Para entender el valor de un año, pregúntale a un estudiante que repitió curso.
Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebe prematuro.
Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de una revista.
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse.
Para entender el valor de un minuto, pregúntale al viajero que perdió el tren.
Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que estuvo a punto de tener un accidente.
Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale al deportista que ganó una medalla de plata en las olimpiadas.
ORAMOS
Me presento ante ti Señor,
para que tú me invadas, me envuelvas, me lleves de la mano.
Cambia las palabras de mi boca,
por caricias, por comprensión, por buenas noticias.
Cambia mis oídos llenos de ruidos y críticas,
por una atención acogedora.
Cambia mis ojos curiosos
por una mirada misericordiosa y contemplativa.
Cambia mis manos activistas,
por unas que acompañen y construyan vida.
Cambia mis pies veloces y estresados
por otros rápidos en busca del hermano.
Cambia mi cabeza llena de agobios,
por una sosegada y solidaria.
Cambia a mi corazón distraído y frívolo,
por uno que te busca, te encuentra y te disfruta.
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