La Virgen está llena de ella, y ¡cómo no!, cuando es la persona elegida por Dios para llevar a su hijo, a Jesús (el Señor está con ella). ¿Acaso puede haber confianza más grande? María es pura, no tiene pecado, y tiene fe plena en Dios, llevando su Amor con ella. Por todo esto, no nos debe extrañar que sea ella la elegida por Él para llevar a Jesús en su vientre.
En la última parte de la oración, vemos a la virgen como nuestra Madre y por ello se nos invita a rogarle y pedirle que interceda por nosotros ante el Señor.
Dios hace una llamada a María para encomendarle una misión y ella la acepta. Fijaros si es especial María, que es escogida por Dios para ser su madre, para ser la madre de Jesús. Así hace Dios con nosotros, todos recibimos una llamada de nuestro Padre, ¿la aceptamos? ¿Decimos que sí a esa llamada? ¿A la misión que tiene pensada para cada uno?
La oración del Ave María nos va a ayudar en nuestro día a día. Coger el hábito de rezarlo nos va a unir más a nuestra Madre, sintiendo todo su amor, que nos alivia, nos llena de alegría, nos calma... Siempre que lo necesitemos sabemos que podemos rezar un ratito el Ave María y ella nos escuchará.
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