En aquel tiempo, el emperador era Tiberio, el gobernador Poncio Pilato y el virrey era Herodes. Los sumos sacerdotes de los judíos eran Anás y Caifás. Y en medio de todos esos hombres poderosos, la palabra de Dios llegó a Juan, un chico muy sencillo, el hijo de Zacarías, en el desierto.
Inspirado por esa palabra recorrió toda la zona del río Jordán, invitando a la gente a bautizarse y convertirse. Repetía las palabras de otro profeta antiguo, y decía: “Yo soy la voz que grita en el desierto. Preparad el camino al Señor, allanad sus caminos. Quitad los obstáculos. Y todos verán la salvación de Dios”. (Adaptación de Lc 3, 1-6.)
Esta semana toma especial protagonismo Juan el Bautista que nos invita a
allanar los baches, eso que no te gusta, eso que disimulas, eso que te
remuerde por dentro, eso que en el silencio sereno sientes que no está bien…
Sí, eso que no es ni Verdad, ni Bien, ni Vida. Todo lo que te deja más triste
al final es bache que impide la llegada de Dios a tu existencia.
Esta semana también celebraremos la fiesta de la Inmaculada. El
ejemplo y la protección de la Virgen María nos ayudan y animan a preparar el
camino a Jesús que viene.
ACOGER A DIOS EN NUESTRA FAMILIA
Jesús quiere nacer en nuestra casa, se quiere acercar a nuestra familia. ¿Estamos dispuestos a acogerle? ¿Qué podemos hacer para que Jesús nazca en un hogar un poco mejor, un poco más bonito? Nos puede ayudar el imaginar el hogar de María y José, donde Jesús aprendió de sus padres el significado del amor y la entrega generosa.
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