La prima de María, Isabel, vivía en un pueblo de la montaña, y estaba embarazada. Entonces María, que era más joven y también esperaba un niño, se fue a casa de Isabel para ayudarla. En cuanto entró por la puerta María, y saludó a Isabel, esta se llenó de alegría y dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Cómo es que viene a verme la madre del Mesías? En cuanto me has saludado, el bebé que llevo dentro saltó de alegría. Dichosa tú, María, porque has creído al Señor, y lo que él te ha dicho se va a cumplir”. (Adaptación de Lc 1, 39-45)
Estamos ya a las puertas de la Navidad y, en este cuarto domingo de adviento, la Iglesia nos propone como ejemplo y modelo a seguir a la Virgen María.
Ella, llena del Señor, lejos de quedarse en casa, marcha para ayudar a su prima Santa Isabel. Allá, tanto Isabel como Juan -que salta en su interior- reconocerán a la Madre del Señor.
Que también nosotros, a punto de comenzar la Navidad, sepamos reconocer a María como aquella que nos da al Salvador y que, también nosotros, salgamos al encuentro de las personas que en estos días más pueden necesitar una sonrisa, ayuda, estímulo, fe, esperanza o alegría.
ACOGER A DIOS EN NUESTRO COLEGIO
Esta próxima semana la dedicaremos a celebrar la Navidad en el Colegio con los villancicos, adornos, regalos y demás tradiciones que nos ayudan a recordar el nacimiento de Jesús. Pero también tendremos cuidado de que todas estas cosas no nos alejen de lo importante, del acontecimiento central de la Navidad: Dios se hace hermano y nos enseña a vivir como hermanos y como hijos de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario