Tú, Señor, sabes por dónde anda mi mente.
Tú conoces qué es lo que me distrae.
Tú estás al tanto de lo que me ocupa y
preocupa.
Tú lees en mis adentros mejor que yo mismo.
Límpiame de miedos, apegos y caprichos,
libérame de deseos infinitos
y de gastos superfluos;
hazme sensible al dolor de mis hermanos
y ayúdame a trabajar por la justicia para que todos vivan bien.
Quiero estar derecho, alzar la cabeza, dar la mano
y esperar junto a mis hermanos
tu liberación que se acerca.
Desagóbianos, sosiéganos por dentro, haznos despertar,
para esperarte con alegría y gozar juntos de tu presencia.
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