¿Os acordáis de Juan, el profeta de la semana pasada? Mucha gente se había
unido a él, y le preguntaban: “¿Qué tenemos que hacer?” Él les decía: “El
que tenga dos chaquetas, que dé una al que no tiene. Y el que tiene dos
bocadillos, que haga lo mismo”. A unos que cobraban impuestos, les dijo: “No
exijáis más de lo establecido”. Y a unos soldados: “No abuséis de las
personas”. Todo el mundo estaba alucinado con las cosas que decía. Y
pensaban que a lo mejor él era el Mesías (porque los judíos estaban
esperando que Dios les mandase un Mesías, o sea, un salvador). Pero Juan les
dijo: “El mesías aún no ha llegado. Él será mucho mejor que yo. Yo os
bautizo con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego”. Y
todos estaban muy ilusionados pensando en cuándo llegaría el Mesías. (Adaptación de Lc 3, 10-18)
Estamos ya tan cerca de la Navidad que los cristianos debemos vivir llenos de
ALEGRÍA, de ESPERANZA, de CONFIANZA… en la venida del Señor.
Por ello debemos dar buenos frutos misericordiosos: compartir y repartir, no
engañar a nadie, ser sencillos y vivir en esperanza. Orar, deseando la llegada
del Señor. ¡Ojala muchos de los hombres que no lo conocen, supieran que la fe
en Jesús, es fuente y causa de una alegría auténtica y duradera!
ACOGER A DIOS EN NUESTRO CORAZÓN
El nacimiento de Jesús nos invita a convertir nuestros corazones en verdaderos
pesebres que den acogida a los que sufren, a los tristes, a los más pobres.
Que tu corazón, que mi corazón, sea un pesebre para que nazca el niño Dios y
venga a disipar las tinieblas y la oscuridad del mundo.
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