LA SIMPATÍA DE SAN BUENAVENTURA
San Buenaventura fue Superior General de la Orden franciscana durante 17 años, y recorrió el mundo visitando todos los conventos y animando a todos a vivir las enseñanzas de san Francisco. Fue el hombre de confianza del Papa Inocencio V para resolver muchos casos difíciles, y dirigió en su nombre el Concilio de Lyon. Tenía una cualidad especialísima: una exquisita bondad en su trato, una amabilidad que le ganaba los corazones, un modo conciliador que lo alejaba de los extremos, de la extrema rigidez que amarga la vida de los otros y de la relajación que deja a todos seguir por el camino del mal sin corregirlos.
Sus virtudes preferidas eran la humildad y la paciencia, y la meditación frecuente en la Pasión y Muerte de Cristo lo llevaba a esforzarse por cumplir aquel consejo de Jesús: "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón".
Su crucifijo lo tenía totalmente desgastado de tanto besarle las manos, los pies, la cabeza y la herida del costado. Su amor a la Virgen María era intenso y por todas partes recomendaba el rezo del Ángelus.
Querido Jesús:
te doy gracias
por poder ir a la escuela,
y te pido por todos los chicos
que no pueden hacerlo.
Ayudame a estudiar mucho
y aprender cada día más.
Quiero ser un buen compañero,
preocuparme por los demás,
ayudar a todos,
compartir con ellos mi tiempo,
mi alegría y mi cariño.
Te pido por mis maestros
dales mucha fuerza y alegría
para que nos enseñen
con paciencia y mucho amor.
Danos tu fuerza Señor
para hacer un mundo donde
todos puedan estudiar y aprender.
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