Cuando vemos que los problemas son difíciles tratamos de buscar ayuda. Pedimos ayuda a quien puede ofrecerla. Y el apoyo que recibimos nos produce confianza y serenidad.
Fácilmente nos quejamos de las cosas que tenemos y queremos otras más agradables y bonitas. No valoramos el alimento de cada día, ni los cuidados de la familia, ni el interés de los profesores para que aprendamos, ni el esfuerzo de los compañeros para hacer las cosas en beneficio de todos.
Somos afortunados porque no vivimos en un país en guerra, si no vivimos en un país en el que los niños pasen hambre. Somos afortunados si tenemos escuela, si nuestros profesores se esfuerzan por ayudarnos, si en nuestras familias somos bien acogidos. Si sólo nos quejamos y no ayudamos nada, estaremos siempre insatisfechos.
También estaremos insatisfechos si tenemos envidia de otros, si no sabemos valorar lo que tenemos. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir, aunque otros puedan tener más. Hagamos el esfuerzo de valorar todo lo que tenemos.
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