miércoles, 16 de junio de 2021

UNA VIDA SENCILLA

Valorar lo sencillo y lo sobrio es esencial en la vida, pero no siempre resulta fácil optar por ello. Con lo cual, ¿por qué intentarlo siquiera? ¿Para qué complicarse la vida si todo el mundo hace esto o aquello?

San Francisco de Asís, siguiendo las huellas de Cristo, quiso elegir una vida más sencilla, más esencial, más centrada en lo realmente importante. Su camino no fue el de la renuncia como un ejercicio de autosuperación, sino la libertad alegre de quien prefiere “detenerse a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarse a lo que se tiene ni entristecerse por lo que no se posee”. 

Saber elegir lo esencial es lo mismo que evitar todo aquello que no es necesario, que nos ocupa tanto tiempo y espacio, nos estresa y, al final, nos quita el gusto de vivir.

Cuánto nos cuesta, Señor,
entender que la felicidad no está en tener más cosas,
sino en la alegría, sincera y serena,
de poder gozar de las cosas simples y sencillas,
de poder gustar todo lo que tu nos regalas cada día
con una mirada nueva y agradecida.
Con una mirada interior y profunda.
Con una mirada trascendente.
Con una mirada contemplativa.
Sentir, Señor, que no somos dueños de nada,
que todo es un regalo tuyo y de tu inmensa magnanimidad.
Qué alegría, Señor, sentir el valor de las cosas pequeñas sencillas,
haciendo todo por amor, sin focos ni luces.
Danos, Señor, el don de la sencillez
y una mirada real para apreciar, de verdad, las cosas pequeñas.

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