María, con pocas palabras, se animó a decir “sí” y a confiar en el amor y en las promesas de Dios, única fuerza capaz de hacer nuevas todas las cosas. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir “no”. Tendría complicaciones, ciertamente, pero no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano.
Decir “sí” al Señor, es animarse a abrazar la vida como viene, con toda su fragilidad, sus contradicciones e insignificancias, es abrazar nuestro mundo, nuestras familias, nuestros amigos tal como son, también con sus fragilidades y pequeñeces. Abrazar la vida es dar la bienvenida a todo lo que no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor.
Por eso María es una influencer, la influencer de Dios. El “sí” y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades.
Palabras del Papa Francisco
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