Pero tu ascensión al cielo nos hace volver a la realidad. Somos nosotros los que te tenemos que hacer presente en el mundo aunque por el milagro del amor sigues entre nosotros.
Jesús, es la hora de los testigos de los que dan la cara por ti, de los valientes, de los que se les nota en cada palabra y en cada gesto que te siguen.
Ayúdanos, Jesús, a ser tus testigos en el mundo, viviendo la alegría del evangelio, formando comunidad, sirviendo en tu Iglesia, construyendo tu reino de hermanos, sembrando alegría y esperanza.
Danos tu Espíritu, Señor, que aliente nuestro testimonio, así un día también nosotros, tendremos un lugar en algún rincón de ese inmenso cielo, donde festejaremos unidos la grandeza de Dios.
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