Sentados, invitamos a nuestros alumnos a que miren detenidamente sus manos. Mira tus manos, abre y cierra los puños suavemente. Contempla cómo se estira y encoge la mano, varias veces.
Junta las manos por las palmas, haciendo fuerza y soltando varias veces. Ahora extiende una mano y pasa por su contorno el dedo índice de la otra, recorriendo los dedos uno a uno, despacio, recreándote en la caricia. Repetimos cambiando de mano. Respiramos tres veces para cerrar la primera parte de esta actividad.
Reflexión: Nuestras manos son importantes, ¿sabéis por qué?... Con estas manos Dios nos hace colaboradores suyos para cuidar nuestro mundo. Por eso rezamos con esta oración:
Señor.
Sólo tienes nuestras manos.
Si te sirven, tómalas.
Si pueden ser instrumento tuyo, bendícelas.
Queremos hacer un mundo nuevo,
ser verdaderos constructores de tu reino de Amor.
Queremos trabajar por los pobres,
por los olvidados de todos.
Queremos vivir plenamente tu Evangelio.
Queremos gozar en Ti, Jesús.
Sólo tienes nuestras manos.
Si te sirven, tómalas.
Si pueden ser instrumento tuyo, bendícelas.
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