Un monje que habituaba ayunar todos los sábados se ausentaba a la hora de la comida, desapareciendo de la vista de todos. Esto despertó la curiosidad de los monjes, que se preguntaban a dónde iría en secreto. Todos imaginaban que en su tiempo de ayuno se encontraba secretamente con Dios, y para averiguarlo designaron a un miembro del monasterio para que lo siguiera. El «espía» lo siguió y vio como el monje se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su casa y preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el «espía» regresó, el abad le preguntó: «¿Qué ha hecho el hermano en sus horas de ayuno? ¿A dónde ha ido? ¿Le has visto ascender al cielo?». «No», respondió el otro, «ha subido aún más arriba».
Se acerca la Pascua, la fiesta más importante para los cristianos, y para prepararnos contamos con un «tiempo fuerte» de la liturgia que llamamos Cuaresma, que quiere decir cuarenta días; durante este tiempo acompañamos a Jesús en los cuarenta días que caminó por el desierto y recordamos los cuarenta años de peregrinación del pueblo hebreo hasta llegar a la Tierra Prometida. La Iglesia ofrece este tiempo para renovar la Alianza con el Señor y nuestro compromiso de vivir como hermanos. Por lo tanto, esta Cuaresma es un tiempo preciso para buscar juntos el camino que nos lleva a Dios, que es el Amor.
Señor, en esta Cuaresma te pedimos:
decisión para nuestros pasos;
fortaleza en las decisiones que tomemos;
alegría en medio de las dificultades;
constancia en el cansancio;
capacidad de levantarnos en las caídas;
dejarnos sorprender por ti;
abrir nuestro corazón a tu Palabra;
luz para el camino.
Que seas Tú, Señor, el que acompañe nuestros pasos.
Señor, queremos, esta Cuaresma, caminar CONTIGO. Amén
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