“Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros.” (1Jn 4, 11)
Es fácil compartir lo que tenemos con los demás si estos son nuestros amigos, pero nos cuesta mucho cuando no lo son. Pero como dice san Juan en su carta, nosotros conocemos cuanto nos ama Dios, por lo tanto debemos amar a los demás como él nos ama, cuando compartimos, cuando aceptamos a los demás como son, estamos practicando el amor que Dios nos pide para con los que nos rodean, aunque nos caigan mal.
Todos necesitamos alguna vez ayuda para ser felices y lograr nuestras metas. Al preocuparnos y ayudar al prójimo sentimos una gran satisfacción, que nace del amor de Dios, cosa que no sucede cuando somos egoístas y nos apartamos de los demás. Los cristianos sabemos que no importan las diferencias, sociales, o de razas, todos somos especiales e importantes para Dios.
Dios nos ama y nos invita a ser semejantes a Él, amando a los que nos rodean.
Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas.
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.
Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.
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