Siéntate bien en la silla, piernas separadas y manos sobre la mesa. Cierra los ojos y haz 3 respiraciones profundas inspirando por la nariz y espirando por la boca. Seguidamente aparta todos tus pensamientos y haz silencio en tu mente por completo. Imagina tu mente como si fuera un lago tranquilo y calmado. Observa el ritmo de la respiración, el recorrido del aire respirado y desde donde respiras. Después relaja tu respiración a medida que relajas tu cuerpo. No permitas que los pensamientos que puedan aparecer te despisten. Desplaza ahora tu atención a tu corazón. Tu paz interior se encuentra en tu corazón. Pon tu mano derecha en tu corazón y siéntelo. Siente el latido de tu corazón y acepta todos los sentimientos que surjan y déjalos ir. Siente el latido de tu corazón y escucha este suave murmullo que pasa a través de ti. Siente cómo conectas a través de este latir con el latir de tu paz, con la calma y con la confianza. Y luego vuelve a poner la mano en su sitio. Sentimos la paz, la alegría y el amor en nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo. Nos permitimos una sonrisa mientras meditamos, ya que es natural sonreír cuando afirmamos la verdad. Volvemos a hacer 3 respiraciones profundas y abrimos lo ojos. Leemos esta reflexión y continuamos nuestra tarea:
Pequeñas piedras pueden construir grandes montañas…
Pequeños pasos pueden cubrir muchos kilómetros...
Pequeños gestos de amor y ternura pueden hacer al mundo feliz...
Un pequeño abrazo puede secar muchas lágrimas…
Una pequeña palabra, amor, puede colmarnos de felicidad...
Una pequeña oración, puede obtener un milagro de Dios…
Una pequeña sonrisa, puede transformar el mundo...
Son esas pequeñas cosas las que construyen nuestro mundo...
Cuando pienso en ellas, cálidas imágenes vienen a mi mente.
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