viernes, 28 de febrero de 2020

EVANGELIO DEL DOMINGO: Las tentaciones en el desierto (Mt 4, 1-11)

En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre. Y el tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó diciendo: Está escrito: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece en las piedras. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Después el diablo lo llevó a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: Todo esto te daré si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

Nosotros esta Cuaresma nos proponemos ser servidores en el camino. Eso quiere decir que este camino de cuarenta días no lo vamos a hacer solos, vamos a ayudar, nos van a ayudar... Serviremos con alegría, porque nos gusta que nos ayuden con alegría, con una sonrisa. Nuestras tentaciones serán muchas pero contamos con la ayuda de Jesús: el que pudo superar las tentaciones, el que supo contestar al diablo, el que tenía muy claro que su labor era enseñarnos y amarnos... Jesús entiende mucho de desiertos y tentaciones... Pero también sabe que, si superamos las tentaciones, siempre habrá una recompensa.

Señor, en esta Cuaresma te pedimos:
decisión para nuestros pasos;
fortaleza en las decisiones que tomemos;
alegría en medio de las dificultades;
constancia en el cansancio;
capacidad de levantarnos en las caídas;
dejarnos sorprender por ti;
abrir nuestro corazón a tu Palabra;
luz para el camino.
Que seas Tú, Señor, el que acompañe nuestros pasos.
Señor, queremos, esta Cuaresma, caminar CONTIGO. Amén

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