- Nació en Belén de Judá, en tiempos del emperador romano César Augusto y del rey de Israel Herodes.
- Llevó una vida sencilla durante treinta años, trabajando con José y María en el taller de Nazaret
- Y luego, durante tres años, tuvo una vida llena de milagros para hacer el bien y unas enseñanzas jamás escuchadas hasta entonces. Milagros que solo los podía hacer alguien que fuera Dios.
Y a Jesús le llamamos nuestro Señor, porque domina sobre el mundo: tiene poder de hacer milagros, de someter espíritus, de resucitar muertos, de perdonar los pecados. La mayor prueba de ese dominio fue su Resurrección al tercer día de morir.
Por todo lo anterior, Dios, además de poder llamarle Señor, tiene un nombre propio desde la noche de Belén: Jesucristo.
REZAMOS EN FAMILIA
Jesús, Cristo, Hijo único de Dios,
Señor de nuestra vida y vida nuestra, creo en ti.
Permíteme, una vez más, que te hable como a un amigo.
Contigo, Jesús, yo no tengo necesidad de presentarme.
Tú ya sabes todo de mí.
Ninguno de mis pensamientos está escondido ante ti,
ninguna de mis búsquedas, ninguno de mis sueños.
Tú sabes cómo me llamo y me llamas por mi nombre.
Me llamas de tú y yo hago lo mismo: ¡No somos extraños!
Creo en ti, Señor Jesús.
Pero una cosa que no lograré jamás entender es:
¿Cómo has hecho para enamorarte tanto de mí?
Creo en ti, Señor Jesús.
Y como decía el Hermano Francisco,
¡Cuán santo y cuán amado es tener un tal hermano y un tal Hijo,
agradable, humilde, pacífico, dulce, amable y más que todas las cosas deseable,
nuestro Señor Jesucristo! Amén
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