LOADO SEAS SEÑOR POR LOS HERMANOS Y HERMANAS
Todos hemos escuchado, e incluso dicho, en muchas ocasiones que toda persona es hija de Dios y que por lo tanto somos hermanos. Pero una cosa es decirlo y otra cosa pasarlo por el corazón.
No existe realmente ese sentimiento de ser hermanos si dentro de nosotros no hay ternura, preocupación y amor por los demás. Un amor que se demuestre cada día mediante obras y actuaciones.
A finales de 2015, el 1% de la población mundial tenía tanta riqueza como el 99% restante de las personas. Una enorme brecha entre privilegiados y el resto de la humanidad que, lejos de cerrarse, se ha ampliado de gran manera desde el inicio de la Gran Recesión en 2008.
Una diferencia que además nos aleja como hermanos. No podemos llamarnos hermanos si unos siguen enriqueciéndose a mientras los empobrecidos cada vez tienen menos.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; que como yo os he amado, así también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos con los otros. (Jn 13, 34-35)
ORACIÓN
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