Ella nos recuerda que el centro y fundamento de nuestra fe es Jesús, el único Salvador; el único Camino, para ir a Dios y a los hermanos; la única Verdad, que da sentido a nuestra existencia; la verdadera Vida, que Dios nos regala aquí y en la eternidad.
Nuestra devoción a María es auténtica cuando realmente nos conduce a la fe en Cristo y cuando descubrimos en Ella, la primera discípula, el modelo perfecto de seguimiento de Jesús.
Queremos tener a María como modelo de confianza en Dios, que siempre quiere nuestro bien, y ser capaces de no olvidarnos de que siempre está con nosotros. Hoy le pedimos tener una FE fuerte y constante como la suya.
Siempre que digo madre, voy diciendo tu nombre;
siempre que pido ayuda, te estoy llamando a ti;
siempre que siento gozo es que en ti estoy pensando;
con tu nombre en los labios me acostumbro a dormir.
Siempre que yo te canto es mi canto esperanza;
siempre que yo te rezo es himno mi oración;
siempre que yo te hablo es mi voz alabanza,
y tu nombre yo llevo siempre en mi corazón.
Siempre que tengo dudas en ti encuentro certeza;
Siempre que tengo miedo eres tú mi valor;
siempre en mis desaliento eres tú mi confianza
y tu nombre yo invoco como ayuda y favor.
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