María, nuestra Buena Madre, fue una mujer de esperanza y confianza en Dios, porque ante toda prueba o dificultad, su fe permanecía firme, su fe era una roca, sólida, estable, porque su fe estaba fundamentada y sostenida por su amor a Dios. Las dificultades para María eran una oportunidad para demostrarle a Dios que le amaba y que creía en Él.
Un ejemplo de esto fue la huida a Egipto. En ese momento María actuó con fe y esperanza, creyendo que Dios en medio de esos planes “ilógicos” le seguía manifestando su amor. Marcharon llevándose a Jesús recién nacido a Egipto, ¿a quien conocían en Egipto? ¿Cómo y con quien iban a vivir? Eran preguntas que no tenían tanta importancia en la vida de María como lo tenía la confianza en Dios.
El ejemplo de esperanza que nos ofreció María durante toda su vida nos debe llevar a cambiar, a tener confianza en las pruebas que se nos van presentando en nuestra vida cotidiana, cuando los planes se vienen abajo, cuando tenemos problemas, enfermedades, discusiones con nuestros amigos, nuestros hermanos o nuestros padres. Ahí, en esos momentos, es cuando la confianza se hace viva, cuando la fe entra en juego, y cuando nosotros actuamos por amor a Dios y a los que nos rodean, no por lógica humana. Por eso Madre hoy queremos tener ESPERANZA como Tú.
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA.
Para que mi fe, sea más fuerte que mis pensamientos.
Para que mis dudas, no se impongan a la fe.
Para que mi fuerza, no se resista a la invitación de Dios.
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA.
Para que no me conforme con los mínimos.
Para que no me embargue el pesimismo.
Para que, lejos de decir "no" siempre diga "sí".
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA.
Para que, la alegría, me anime en el seguimiento a Jesús.
Para que, la esperanza, me ayude a seguir hacia adelante.
Para que, la gratitud, sea consecuencia de dejarme llevar por Dios.
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