viernes, 11 de noviembre de 2022

EVANGELIO DEL DOMINGO: VIVIR SIN MIEDO

Como algunos decían que el templo era muy bello por sus piedras tan hermosas y por los exvotos, dijo: «Llegará un día en que de eso que veis no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido». Y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál será la señal de que estas cosas van a cumplirse?».

Él contestó: «Mirad que no os engañen, porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: "Yo soy el mesías" y "El tiempo ha llegado". No los sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os alarméis, porque es necesario que eso suceda; pero todavía no será el fin». Y continuó diciendo: «Se levantarán pueblos contra pueblos y reinos contra reinos; habrá grandes terremotos, hambre y peste en diversos lugares, sucesos espantosos y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo esto, os echarán mano, os perseguirán, os llevarán a las sinagogas y a las cárceles y os harán comparecer ante los reyes y los gobernadores por causa mía. Esto os servirá para dar testimonio. No os preocupéis de vuestra defensa, pues yo os daré un lenguaje y una sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios
. (Lc 21,5-19)



Jesús hoy nos dice algo que nos puede costar un poco encajar en nuestras vidas, pero que es muy importante para vivir la fe. Nos dice que no nos cuidemos tanto, que no nos protejamos como cristianos, que no vivamos la fe a escondidas, como algo que nos da vergüenza.

Lo que nos quiere decir es que no vivamos con miedo, más preocupados de lo que nos pueda pasar, que de hacer nuestra misión en el mundo que es anunciar a Jesús a cuantas más personas mejor.

Si nos centramos sólo en nosotros mismos, si nos dedicamos a defendernos de los que nos puede echar algo en cara por ser creyentes, vamos a echar el tiempo en hacer cosas que no es nuestra misión como creyentes. No nos dejemos arrastrar por las preocupaciones ni por los medios; tengamos siempre claro lo que debemos hacer y vivamos la fe con valentía y con alegría. Esa es la gran fuerza de los cristianos que ha conseguido conmover a las personas: la capacidad de ser lo que somos a pesar de lo que pueda pasar a nuestro alrededor.

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