El día que Francisco descubrió que uno sólo es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos, cambió su actitud frente a los seres humanos, frente a la creación, frente a la vida. Francisco primero, y Clara después, supieron que cada hermano, cada hermana eran un regalo. Supieron que siendo regalo para los demás podían empezar a construir un mundo nuevo. Con la esperanza puesta en nuestras posibilidades de hermanarnos con todo y con todos, celebramos alegres y gozosos este día de san Francisco.
Te agradecemos de corazón, Señor, que nos hayas hecho hermanos. Vivir junto a otros nos hace felices. Te pedimos que nunca nada rompa la amistad que tenemos. Queremos ser buenos amigos, más aún, queremos ser hermanos entre nosotros y hermanos de todos. Te lo pedimos por intercesión de san Francisco, el hermano universal. Amén.
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